Visitando a los renos en una granja Sami

Conociendo a los Sami

A las 9.30 h de la mañana nos citaron en la puerta del hotel Radison Blue, un clásico de los puntos de encuentro en Tromsø, y a las 10 h pusimos rumbo a una granja de renos situada 25 minutos de la ciudad. El complejo está regentado por una familia Sami y es ideal para conocer más de cerca cómo vive una de las tribus originarias de Laponia.

El día amaneció soleado pero muy frío, así que me puse mis cuatro capas de ropa, incluyendo unas mallas térmicas y la ropa exterior de esquí. Cuando llegamos a la granja nos avisaron de que los renos estarían «más animados de lo habitual» gracias al sol. Menos mal, porque no quiero ni pensar lo atontados que estarán los días nublados. Nos dieron a cada uno un cubo que contenía pienso, que teníamos que mantener sobre un hombro al entrar en el recinto antes de darles de comer. Los renos están adiestrados y en cuanto nos vieron aparecer se fueron acercando, esperando a que bajáramos el cubo, señal de que pueden meter el hocico y comer. La verdad es que son un poco ansiosos y los más grandes no dejan comer a los más pequeños. De hecho, alguno llega a agobiar, pero en las explicaciones previas nos dijeron que con que sueltes el cubo y te alejes un poco, no pasa nada. Me pasó estando yo agachada con la cámara de fotos, cuando un amigo reno me empezó a dar empujones con los cuernos en la espalda para que le hiciera caso. Así que me levanté, cogí el cubo y le ofrecí su comida.

Después nos dieron un paseo en trineo durante 10 minutos aprox. Íbamos bastante despacio, de hecho, el reno de atrás se ponía a mi altura, pero supongo que no les dejan ir más rápido. Es más una gracia que otra cosa. Te ponen una mantita y te relajas un rato al sol (si te hace buen día como a mí). Lo más divertido del paseo era el acoso de un reno macho a mi conductora hembra, casi se lían a cornadas. En general, los renos son muy territoriales y su cornamenta es señal de su fuerza y virilidad.

Después del paseo nos ofrecieron un delicioso «savuu«, un guiso de carne de reno con patatas y zanahorias. También había cookies y una variedad de infusiones y café. Y mientras tanto, quien quisiera podía salir y participar en el típico «lanzamiento de lazo», que consiste en lanzar una cuerda muy larga para engancharla en un cuerno de reno (pusieron un cuerno enganchado en una madera).

Para finalizar la jornada, nos reunieron dentro de un «lavuu» a escuchar historias y canciones populares. El Lavuu es la tienda típica Sami donde vive una familia, construida con enormes palos verticales que sostienen la tela, hecha con piel de reno, y que termina con un agujero en la parte superior, por donde sale el humo de la hoguera que arde en el centro de la tienda. Luna, nuestra anfitriona, nos relató cómo es su forma de vida y la cultura Sami.

Los Sami

Los Sami son el último pueblo indígena de Europa. Se asientan al norte del Círculo Polar Ártico, cuya región se extiende por el norte de Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia. Ellos no entienden de fronteras, se consideran un pueblo unido y cuentan además con su propio Parlamento (situado en Karasjov, Noruega). Viven principalmente de la pesca, la agricultura, el turismo y, sobre todo, de los renos, de los que aprovechan todo: la carne, la piel, la leche… Su tradicional forma de vida era nómada, en armonía con la naturaleza, sin agua corriente ni luz, viviendo en cabañas, casas de madera o tiendas (lavuu). Aunque actualmente muchos de ellos se han trasladado a vivir a la ciudad y se han adaptado a la vida moderna, o simplemente han mejorado sus condiciones de vida y disponen de casas mejor preparadas, con electricidad, agua corriente y nuevas tecnologías. Es un pueblo que siempre ha sido muy espiritual y místico, y hoy en día son mayoritariamente luteranos. Su vestimenta es muy característica por los colores de su ropa, cada uno con su significado (al igual que su bandera). El azul es el color del cielo, el amarillo el del sol, el verde de los árboles y el rojo del fuego. Los Sami fueron desplazados por los vikingos hacia los territorios más al norte.

Después de hablarnos sobre su tribu, Luna nos cantó también algunos «yoik«, canciones folkóricas donde expresan historias y sentimientos, a base de voces (como la cantante Björk) y están dedicados a una persona, a un animal o a un lugar. También nos contó que el gobierno noruego quiere expropiarles el terreno para construir una planta de gas, pero afortunadamente, gracias al turismo, parece que les han dado una tregua y pueden seguir con la granja.

Si quieres hacer esta excursión la puedes contratar a través de la web de turismo de Tromsø aquí.

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